300 es una película estadounidense de 2007 de género épico-acción; basada en la novela gráfica homónima creada por Frank Miller, e inspirada en los eventos que ocurrieron durante la Batalla de las Termópilas. Su director fue Zack Snyder y fue protagonizada por Gerard Butler en el papel del rey espartano Leónidas, encabezando 300 guerreros en una gran batalla contra el ejército del "Dios-Rey" persa Jerjes (Rodrigo Santoro) de más de un millón de soldados.
Miller partició además como productor ejecutivo y consultor; rodando gran parte de ella con técnica de superposición de croma para conseguir un efecto similar al estilo visual de los cómics. El guión corrió a cargo de Zack Snyder, Kurt Johnstad y Michael Gordon.
En 2014 se realizó otra entrega basada en el mismo universo, 300: El origen de un imperio, considerándose una intercuela que intercala aspectos anteriores y posteriores a los eventos de esta película.
Reparto[]
- Gerard Butler como el Leónidas I, rey de Esparta.
- Lena Headey como la Reina Gorgo, reina de Esparta.
- Giovani Cimmino como Plistarco, hijo de Leónidas y Gorgo.
- Dominic West como Theron, un político espartano corrupto.
- David Wenham como Dilios, narrador de la historia y soldado espartano.
- Vincent Regan como el capitán Artemis, amigo y leal capitán de Leónidas.
- Tom Wisdom como Astinos, el hijo mayor de Artemis.
- Andrew Pleavin como Daxos, el líder arcadio que se une a Leónidas.
- Andrew Tiernan como Efialtes, un marginado espartano deformado.
- Rodrigo Santoro como el rey Jerjes, rey de Persia.
- Michael Fassbender como Stelios, un joven soldado espartano.
Argumento[]
La película comienza narrando la infancia de Leónidas y su entrenamiento para ser el próximo rey espartano, que superó, para asombro de todos, matando semidesnudo a un gigantesco lobo con una lanza de madera en mitad de una tormenta de nieve. Un día, siendo ya monarca de Esparta, llega a visitarlo un emisario persa del rey Jerjes que le comunica la exigencia de pagar un tributo de tierra y agua como prueba de la sumisión de la polis hacia Persia. Leónidas se niega y tira a un pozo al emisario. Después de esto consulta a los éforos la posibilidad de que la ciudad-estado entre en guerra contra los aqueménidas, aunque éstos deniegan su solicitud augurando un destino nefasto para toda Grecia después de haber sido sobornados por Jerjes.
Decidido a plantarle cara al ejército persa sin transgredir en ningún momento la ley, manda a su capitán más fiel a que reúna un contingente de 300 guerreros espartanos (insuficientes para ser considerados un ejército en toda regla que comprometiese la posición política de la polis) con los que se dirigirá al paso de las Termópilas a detener el avance invasor. Por el camino, un grupo de arcadios se les unen después de que Leónidas, tras ser cuestionado por los pocos hombres a los que envía al combate, demuestre que lo que Arcadia lleva a la muerte son civiles armados mientras que sus subordinados son todos ellos soldados profesionales. Ante Leónidas se presenta Efialtes, un hombre deforme y jorobado, el cual fue salvado por su madre para no ser descartado en Esparta. El jorobado le ofrece a Leónidas sus servicios como soldado, pero el rey lo rechaza debido a que Efialtes posee un cuerpo incapaz de compatibilizarse con la falange espartana.
Ya en el desfiladero, y tras comprobar en su periplo los genocidios perpetrados por los persas, Leónidas detiene a varias oleadas de guerreros a los que logra aniquilar sin sufrir ninguna baja. Asombrado ante la situación, Jerjes se entrevista con Leónidas, y le ofrece ser el caudillo de toda Grecia a cambio de que lo acepte como su dios y soberano, a lo que el espartano se niega, prometiéndole a su vez que será capaz de demostrarle al final de la contienda que hasta un rey que se cree con poder divino puede sangrar. Tras el intento infructuoso de parlamento, el monarca persa envía contra los 300 a su cuerpo de élite, los Inmortales, a los que acompañarán toda clase de criaturas monstruosas como gigantes, rinocerontes, engendros humanoides o elefantes de guerra. Pero aunque éstos consiguen que los espartanos sufran sus primeras muertes, los helenos logran aguantar la posición de forma heroica, provocando que en las filas aqueménidas caigan numerosas cabezas.
Mientras tanto, en Esparta, debido a la ausencia de Leónidas; Theron, un consejero influyente de ideología pro-persa, centra todos sus esfuerzos en evitar que la polis apoye a Leónidas en su lucha contra Jerjes. Sin embargo la esposa del monarca no está dispuesta a que su marido muera sin ayuda en las Termópilas y acepta el chantaje del político, consistente en dejarlo tener relaciones sexuales, a cambio de que éste le otorgue la posibilidad de poder comparecer ante el Consejo. Pero tras concedérselo, y durante la celebración del mismo, Theron desacredita a la reina hablando de su adulterio y la injuria calificándola de furcia. Ésta, ofendida, atraviesa por sorpresa al orador con una espada, cayéndosele, en ese instante, una bolsa de monedas con la efigie de Jerjes, que demostraban su condición de traidor.
Pasados dos días de combate, Efialtes visita a Jerjes, y a cambio de un uniforme, riquezas, lujos y mujeres, le revela al líder aqueménida el camino de la Senda Anopea, que le permitirá llegar hasta la retaguardia de Leónidas. Tras conocerse la noticia, los arcadios huyen, pero el rey espartano se niega a retirarse para morir allí en cumplimiento de la ley espartana. Antes del combate final, envía a uno de sus soldados, Dilios, quien es famoso por su gran capacidad como orador, de vuelta a Esparta. Lo envía con su colgante personal, que prueba su muerte, y para que narre la historia del sacrificio de los guerreros al senado espartano. Al mismo tiempo Leónidas, con su ejército reducido a unas cuantas decenas de soldados, se ve rodeado por el ejército persa, encabezado por el propio Jerjes. El heleno rechaza el ultimátum del portavoz persa e inicia un último ataque, tirando una lanza a Jerjes e hiriéndolo en el rostro, de este modo haciéndole sangrar como prometió, por lo que el ejército persa hace valer su abrumadora ventaja y acaba con las vidas de todos los espartanos. Dilios relata la historia a todos los soldados griegos que se preparan para combatir juntos en la decisiva Batalla de Platea, en la que participa, y al encender el recuerdo del sacrificio de Leónidas y sus 300, la alianza griega carga exitosamente contra el ejército persa y garantiza la victoria contra el imperio invasor, salvando al mismo tiempo el germen de lo que luego, con el paso de los siglos, será la democracia moderna.